jueves, 5 de noviembre de 2009

1 de Noviembre


http://www.youtube.com/watch?v=JtxrqQu2prs

Audio CD (July 1, 2002)

Inflatable


~ Bush




Y aunque la memoria es distraída y los recuerdos un ejemplo de lo mismo, me atreví a caminar en silencio por las calles de un Madrid acostumbrado, vestido de un cómico luto con sabor anglosajón. Cuantas caras deformadas por la rutina y el alcohol. Cuanto disfraz de medio pelo, abarrotando las calles y locales de este otoño primaveral que no deja de sorprendernos en terrazas y parques cada noche.


Era 1 de Noviembre. Un día idóneo para vivir y porque no, para morir también.


Es posible convocar sensaciones, buscar en el presente un sentido de peculiar contenido que inunde las horas y los días de algo mas que vulgares síntomas de apatía y rutina. Es posible continuar con una vida basada en la estéril sensación de mentira que componen cada pasillo de esta idónea manera de supeditar los días y las horas a continuos recesos. Distinguir y ser un extinto y profundo despojo de sabiduría sin que a la mayoría le interese si abres o cierras la vida. Estilo tardío en las posturas que revelan cansancio o simplemente la dignidad, que poco a poco se escapa. Y esa mirada canalla, a medio camino entre la dulzura y la clase prohibida en los altos barrios de esta ciudad.


No pasó desapercibida para Carlos esa llamada sin número conocido, ese habitual ya sin fin de numeraciones que ahora acostumbran a lanzar las impersonales centralitas del siglo XXI. Llevaba tiempo disponiendo con quien hablar en cada momento. Pero este no era el caso hoy.


Porque hoy era uno de esos días grises, llenos de luz de otoño y una canción que le gustaba escuchar hasta el final, una de esas melodías que tan solo el se atrevía a disponer. Inflatable de Bush, un grupo cautivo en sus recuerdos, con imágenes vencidas en su retina y abandonadas a la memoria en algún cine, en algún cristal vacío, de cualquier lugar, de cualquier calle, de cualquier vida.


Carlos se sometía discreto a esta ceremonia confusa de las palabras y los actos, pero mientras su mente y sus pasos se dirigían hacia esos días donde la luz lo llenaba todo, donde un roce devolvía de manera milagrosa un minuto de esperanza, la perversa realidad se disponía a actuar de nuevo, con la magia desconsolada de la perdida, con las carencias y el dolor como firme propósito final.


Aunque ¿y si las dudas hubieran podido recortar esos profundos silencios con los que se pasaban tardes enteras sin apenas mirarse a los ojos? ¿Y si las palabras hundidas en el dolor hubieran podido ser el motivo de tanta desilusión? ¿Y si, quizás, los últimos besos ya no le supieran a boca, carne, pasión, deseo, sino a sabor dormido, a desgana, a olvidados parámetros donde recurrir cuando no hay nada más?


Laura estaba fuera ese fin de semana. Viajó a Córdoba con su compañía de siempre desde hace algo más de un año.


Cuando leyó el mensaje de Carlos no pudo evitar una ráfaga de nostalgia, entre mojitos, y cerveza caliente, entre sudor y olor a mezcla de tabacos y hierbas varias. Y así continuó, entre gritos y palmas en un Puerto cercano llamado Presente que dormía los recuerdos y acariciaba los lamentos con las únicas manos que en ese momento tenía, con la única boca que apagaba su sed en ese lugar. Llevaba tiempo sin ver a Carol. La “ pandilla”, ¿donde estarian ahora? Se pregunto en silencio.


Por un instante pensó que podría haber sido ella. ¿Cuantas veces había reflexionado sobre esa posibilidad en los últimos tiempos? ¿Cuantas veces había soñado con volar y desaparecer y no tener que decir, ni mentir, ni soñar…. Y no ser nada , para volver a ser todo?


Que paradoja. Hacia meses que no sabia nada de Carol. Antes era acostumbrado el café de las 10. Deseaba llegar a la oficina, para ese café y ese cigarro. Carol, José Manuel y los que se fueran uniendo. Esos recuerdos son mágicos. Volver a estar enamorada. Abandonar esa vida cansada donde ser la mujer perfecta, esa vida donde la melancolía era el imperativo y las dudas, y el miedo y las normas de conducta diarias. Mientras que aquí, la frescura, el amor con letras mayúsculas, la distancia de ese torbellino llamado Carlos, la hacia distinta, diferente, valiosa, mas mujer.


Carol era también frescura, era tentación y orgullo de si misma, era fuerza, era pasión Y ahora, pensando en su ausencia, se dio cuenta de que quizás era también necesidad, reflejo de vida, ausencia de quietud, firmeza en las sombras, angustia por vivir.


De repente quiso descansar de si misma. Se negó a enviar tristes mensajes a Carlos, con ese aire de suficiencia similar al de otras personas a las que ella siempre había denostado.


Simplemente no se encontraba entre las palabras “Te quiero”, “Amor mío” “Cariño”, y no sabia como podía vivir en un alambre tan delicado y mortal. Instalarse en la mentira, decidir vivir o morir viviendo sin saber porque ocurría eso.


Y así dejo que la noche se calentara demasiado. O quizás fuera la fiebre y esa garganta que llevaba semanas sin dejarle descansar. Las manos, los abrazos, los besos, surgían de algún lugar escondido, de algún tiempo apercibido por la nostalgia, desinteresado y fugaz. Y esa música con tambores y rumbas, Brasil ¿ futuro? Y ese chico de aquel verano en Tarifa que con la mano “levanta” al pasado le dice adiós…. .

El brillo, las palabras, lo paseos escondidos en la retina, el sabor del agua vencida por la lluvia de esa soledad que se escondía entre sus palabras. Y las caras y las fotografías percibidas de aquellos días. Y el sabor a pasado en los labios… .


Madrid se apagaba por momentos. Los ruidos de los vampiros y las calabazas se escuchaban a lo lejos. Sentía la sensación de querer escapar de esa sensación olvidada de cansancio… la muerte no le sentaba bien.


El ultimo mensaje del día estaba en blanco se lo envió en blanco. Ese pulso que nunca fue capaz de controlar, o quizás en esta ocasión si… . Era uno de esos mensajes que parecen decir “ ponga usted mismo lo que quiera”. Así que Carlos decidió rellenar aquellas líneas en blanco, con un “Te quiero mi amor, que seas feliz. Nos vemos cuando puedas. Me marcho con Carol. Da un beso a los niños. Que seas feliz… .”


FIN:::::::::


Cuando Carlos llamó a Carol para desearle feliz cumpleaños …




Carolina Rodríguez Sur vivió durante años en el centro de Madrid , en su antigua casa, en su antigua vida, esa que no pudo soportar por mas tiempo cuando las sombras fueron su única compañía.

2 comentarios:

  1. Me gusta. Finalmente ha quedado redondo. La próxima vez prometo estar más rápida. Han sido días confusos y de temor. No estaba donde tenía que estar.

    ¿Para cuándo el siguiente?

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  2. Pues ya lo tengo casi listo. Voy a ser mas disciplinado... y escribir mas a menudo.

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