sábado, 28 de noviembre de 2009

Las primeras nieves...



Jamie Cullum 2005.




http://www.youtube.com/watch?v=pOHFnA8e_rc



Estoy saboreando una copa, uno de esos tragos que uno da en la distancia, resolviendo de golpe las mil dudas que te surgen, compartiendo esa sensación de ambigua mejoria que te produce la soledad.

La llamada de Carlos me ha dejado pensativo. Se situa en la linea de la mortal e incesante propagación de lo que son lo rumores mas comunes, pero me alienta en la necesidad de profundizar por la manifiesta incomprensión que me produce su relato.

Me cuenta sin poder concentrarme demasiado en su conversación, que permaneció inmóvil, sedado y convulso interiormente gracias a la medicación recibida en urgencias. Su manera de temblar, al parecer, la de siempre, esa vulgar manera en la que el cruza las piernas y traquetea desde la punta del pie en un movimiento de pianista nervioso o de piloto de rallies, había inquietado a su vecino de abajo hasta el punto de intentar averiguar que ocurrria. La cuestión ahora era saber como había llegado hasta la puerta de urgencias en singular situación.

No me dio casi tiempo a dejar las maletas en el suelo. Ni siquiera me dio tiempo a desenvolver la sonrisa que todavía mantenía después de esos cuatro perfectos días de ilusiones, música, paseos, lluvia e imaginación. Divagar entre los recuerdos es un bonito ejercicio de locura que realizo a menudo, aunque me prevengo para que las solitarias imágenes no se desenvuelvan a tal velocidad que me creen una vida mentirosa donde poder residir largas temporadas escondido en una fantástica novela sobre la capacidad de sobrevivir. “El que todo lo puede…” ya no puede mas. Y sonó el teléfono.

Parece que Carlos había colocado las pastillas encima de la mesa del salón, esa que tanto le costó encontrar con Laura. Era de perfectas proporciones con respecto a la alfombra Persa que coloreaba y daba calor a esos casi treinta y cuatro metros cuadrados. El día que decidieron inundar su vida de colores conocieron a Said, un inmigrante iraní huido de la revolución de los Ayatolaes. Nada que ver con comprar, sino con sentarse a charlar frente a los ojos perdidos de un niño de 43 años hablando de sus calles, su tierra, el lugar donde los juegos ahora son prohibidos, el sitio donde su infancia quedo enterrada. Y claro, la alfombra se fue a casa. Una no, dos. Preciosas. Y la mesa baja de cuatro patas en madera envejecida también. Era verdosa tirando a gris con un retablo original en el centro bajo un cristal que la protegía del paso del tiempo. Un detalle de cualquier puerta saqueada en algún país perdido de un oriente olvidado y negado de no ser por estos detalles que nos devuelven, colores, olores, sensaciones de un bienestar diferente, y nos ubican un mapa de la vida muy distinta a la de los libros de geografia..

Me contaba Carlos casi sin aire en los pulmones, con la respiración acelerada que colocó las pastillas por colores, tamaños, y formas en un delicado cuadro de tamaño reducido para una perfecta simbiosis con los bordes del cristal de aquella mesa.. Una rosa, otra roja y blanca ( el atleti siempre en el corazón hasta el final como parecía que era el caso…) blanca, azul y una última fila de moradas... ummm las mejores. Según me dijo no le importaba demasiado los nombres pero si los colores y los tamaños. Puso su música favorita ( Jamie Cullum Everlasting Love) y se situó ante su pasado como si fuera una colección de diapositivas , las paso una tras otra, lagrima a lagrima, palabra a palabra, roto por los sucesos que se situaban uno tras otro en la misma orilla de su perfecto devenir. Y así llego la idílica estación de la vida: un rumor lejano al final de la realidad, un bullicio sordo adueñandose de las palabras y los cuadros del que fuera su hogar tan solo unos meses atrás abandonandole a su suerte.

...Parecian figuras y colores desnudos, ambiciosos y desfigurados motivos que jamas podré explica con esa sensación de impavidez y tranquilidad, paz y solidez en los recuerdos que me inundó por completo. Era volar sin alas, jugar a los sueños perdidos en nuestra vieja habitación, donde confundiamos las notas de la guitarra una y otra y otra vez hasta las tantas de la madrugada y soñábamos aquellas canciones que solo tocábamos por el placer de escuchar, por el sentimiento perdido hoy de cantar por cantar…. .

Carlos y su deseo de Forever Young. Su casa de General Ricardos 111, el principio de una vida donde habian puesto tantas ilusiones. Alli nació su primer hijo, y alli tocabamos las viejas canciones que hoy se ocultan en la funda robada de aquella guitarra.

A mi espalda, viven esas seis cuerdas que de vez en cuando provoco con el ánimo de que no se oxiden. Las notas son aquellos perdidos recuerdos que hoy me hace repasar Carlos con sus cosas.

La casa esta fría, los nidos han desaparecido de repente de los árboles. El invierno se acomoda día a día entre estas cuatro paredes. Las manos me tiemblan en el teclado. Ha nevado en la sierra. El dinero no llega para tantas facturas, pero las palabras se amontonan y me abrazan. Hay esperanza. Otra vida es posible. Mi camino se ha despejado, veo tantas caras conocidas, tantas manos que se inclinan ante mi con el ánimo de levantarme de nuevo…. ¡Vamos allá!

Me voy a recoger a Carlos. Las urgencias estarán a tope. Es como los centros comerciales: si hace frío, si llueve, aquello se llena. ¡¡¡¡Que parque de atracciones, dios mio!!!! Que caras, cuantos desconsuelos, cuantas miradas perdidas, cuantos sueños rotos…

¡Vámonos de aquí Carlos, vámonos!. Me debes una copa, sin pastillas por favor, amigo de mi alma. ¿No entiendes lo mucho que te necesito? Ahora no me puedes dejar, ahora no Carlitos, cabrón….

El frío es una preciosa sensación que nos recorre por completo. La última tontería le ha hecho sonreír. Nos vamos a comer. La vida nos volverá a provocar, pero sabremos torearla una vez mas.

Mañana es lunes. Buen día para empezar de nuevo.

2 comentarios:

  1. El relato, como todos los de este blog, me parece interesante, entretenido, de los que incita a seguir leyendo mirando de reojo cuánto falta para el final esperando que sea mucho porque te atrae su lectura.

    En cuanto a la historia que cuentas...me parece que no es de comentario, algo tan personal solo puede quedar para sus protagonistas, y es él el protagonista el que seguirá deleitándonos con ella.

    Ánimo y suerte, es duro el camino, pero....tu nunca has tomado atajos..por tanto...bien venido al Club, amigo mio¡¡¡.

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  2. Gracias por tus comentarios. Gracias por seguir leyendo hasta el final. La historia es personal, pero ocurre en cualquier esquina, escuche parte de ella en la sala de urgencias donde pasé parte del viernes.

    Un abrazo y gracias por seguirme.!!!

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