Leo con envidia y admiración la novelada vida de Carlos. Frases que se mezclan y a veces atropellan unas con otras en un abanico de incertidumbre controlada. Observo con delicada sorpresa como se cruzan las dudas y la paciente memoria de nuestras casuales presencias.
Consigo mirar y hablar por fin con las sombras que todo lo inundan estos últimos meses y sin darme cuenta, navegar a la deriva de esta vida, de estos días, de la innombrable rutina que todo lo puede, que todo lo cura, que todo lo agota.
El teléfono suena y el oficio se acentúa en cada palabra que consigo pronunciar acompañado de corbata, chaqueta e insolencia. Proyectos, estructuras rectilíneas donde las consecuencias son horas que marginan el sentido de la vida. Trabajo, escondite, guarida para recuperar el aliento y seguir rastreando caminos hacia donde continuar.
Parece que Silvia vuelve a tener las cosas claras, parece que no quiere dejar pasar la vida sin ser protagonista de sus sonidos, sus palabras, su baremo equitativo de luces y sombras. Parece que todo alrededor se llena de cordura, mientras camino sin rumbo con la sensación de que la vida me dispara una y otra vez dejándome herido de gravedad cada día.
He soñado todo el día, he despedido una rutinaria reunión de alta dirección soñando y dejándome llevar por una neblina de pensamientos.
Soñaba esta noche, escondido en un rincón de mi dormida habitación, con una vida llena de sorpresas y acontecimientos incontenidos. Soñaba con una rutina desesperada que ensombrecía cada mañana con las locas propuestas que asombran y encogen la débil esencia de cada día.
Soñaba que los recuerdos eran espacios llenos de energía, soñaba con las caras del pasado, felices, sonrientes, llenándolo todo. Soñaba que estaba en paz con todo y seguía caminando por unas calles repletas de algún lejano país, fugaz enfermo, cansado por nada, abandonado por todos, esculpiendo las rarezas de un futuro inexistente.
Pisaba los charcos de agua limpia y lavaba ese intermitente pasado mientras sonreía, y disfrutaba, y me sonrojaba por ser tan feliz.
De vuelta a la vida, a la mesa de las palabras escritas, de vuelta a los días de gotas tristes, mensajeras del olvido y la ansiedad, de vuelta a las calles del vacío y los sentimientos encontrados, me he disuelto en cansancio, dolor, temblor y sonidos de estremecedor y desolado destino.
Los pasos, el sinsabor, la discreta solución sin final , la compasiva evasiva de los días que se escapan a los días y así…. Hasta las 2 y diez de cualquier día perdido en la rutina de las palabras que no dicen nada. Hablando con nadie, sintiendo que nadie pretende escribir sin ser leído, pero sabiendo que a nadie escribo, a nadie pretendo, a nadie intereso. Buenas noches Silvia, gracias por llamar. Nos vemos pronto.
Las luces de Madrid son mas oscuras esta noche, la música se disipa y ahuyenta cada sonido de la peculiar sonata de unas calles mas vacías que de costumbre esta noche de sábado, una madrugada de Domingo mas, en este invierno de especial significado.
Quedate conmigo, vamos simplemente a respirar.... .