
Thomas Dybdahl – Thomas Dybdahl
2009
Me perdí por las calles despiertas de un Bankog que a las nueve de la noche se sumerge en los colores y las dudas, como yo.
Un paseo por sus calles caóticas implica toparse con cientos de locales de comida callejera que despiden aromas a especias que atrapan y diluyen tu mente en un sinfín de colores y recuerdos. Para cualquiera que camine por este lugar el impacto de sabores y olores es tan fuerte que no podría, ni querría describirlo. Venid aquí, mezclaros entre los seis millones de sombras que viven y sueñan en esta ciudad. Mikel, deberías venir, nada te ata a Madrid, y quizás sea una razón mas para romper la rutina de esa ciudad que por lo que me dices, comienza a atraparte.
Estoy en una pequeña mesa en el Mercado de Aw Taw Kaw. Explosión de sonidos, todos desconocidos para mi, griterío y sensaciones de un mercado que tiene los sentidos detenidos hace algunos siglos. En la mesa de enfrente una occidental, morena de ojos oscuros y grandes como esta solitaria noche. Escucha en su Iphone ( como no…) a Thomas Dybdahl, creo que es “ From Grace”, una casualidad mas, para ese saco que lleno cada día, sin pararme a pensar si es que la vida las pone ante mi para hacerme pensar, para plantearme mi existencia sutil y dormida.
El enorme y variado mercado, cuenta con un sin fin de comidas preparadas y de alimentos frescos como frutas, pescados, verduras y especias. El idioma a veces es un problema, y me debo fiar del instinto y los olores, para elegir mi cena. Se me escapan las fotografías sin parar. Por supuesto, ella se lleva un buen lote de disparos. La cámara la quiere, tiene un color especial esta noche.
Esta sola, así que me atrevo a pedirle ayuda con la comida… .
Se atreve con los Dumplings de todo tipo entre carcajadas, se me ocurren mil tonterías acerca de esta comida especial. Decimos no a las salchichas que tiene desconocidos olores para nosotros, y las presas de cerdo preparadas de mil formas, pero eso si, aderezadas con una salsa de chile picante, que es el común denominador en Tailandia. También comemos los famosos pinchos yakitori, y dejamos para otro día la sopa de pollo y pato que nadan de forma extraña en esos grandes cuencos, mariscos vivos y más de cuatro variedades de cangrejo que miran sin cesar nuestro ya perdido paladar.
Por cierto, todo esta tan animado porque es española, Madrid, Embajadores para mas señas y conseguimos mantener una conversación sin pausas, sin dudas, como en el ultimo mes y medio con este ingles mío tan inconexo y vulgar….
Hablamos sobre su trabajo en una compañía de telecomunicaciones, la responsabilidad de llevar un departamento internacional, lo que supone en viajes y estrés por los resultados, pero también los beneficios de conocer el mundo gracias a este oficio.
El trabajo en una multinacional americana, del que ahora estoy en excedencia y que me ayuda a buscar mi sitio en el mundo, es la respuesta a su curiosa tentación de saber quien se ha sentado a su mesa. “Me canse de que mi pareja me dijera una y otra vez que no había esperanza para nosotros, que no me hiciera ilusiones con nada, que ella tenia su vida y que esa no era a mi lado. La primera vez es duro de escuchar, la segunda también, las siguientes te sientes el imbecil de su reino, alguien a quien se le debe proteger porque es sentimentalmente imbecil. Vamos te lo han dicho en verso, en prosa, con palabras bonitas, con feas palabras y tu sigues??? Todo se acabo. Hay otro hombre en su vida, además, y eso es suficiente para que el amor se acabe entre nosotros y se colmen las posibles aspiraciones que yo tuviera a su lado.”
Jamás olvidaré las miradas prepotentes de ese vulgar imitador de frecuencias, poesías y canciones. Jamás perdonaré la osadía. Viviré con ese recuerdo bien presente, porque la vida es un lugar, a veces muy pequeño, y con paciencia, te da la oportunidad… .
Su nombre es delicado y casual también. Mi sicóloga se llama de la misma manera. Pero en todos los años de mi existencia, jamás había conocido a nadie con ese nombre. Y ahora por casualidad dos personas que marcan mi vida en el mismo año. Su sonrisa me estremece, me ahuyenta los malos espíritus, me hace viajar a un estadio de común calidez, de sonidos perdidos hace mucho tiempo en mi corazón. Seguimos hablando hora tras hora, sus viajes , los míos, su sonrisa, la mía, su delicada frescura, quizás también la mía… y así hasta el amanecer. Es de esos día en los que temes que todo se acabe porque la sensación es que a ella no le interesa lo mas mínimo volverte a ver. Cuando a uno la autoestima se le pasea por los suburbios de un corazón mas que roto y ahogado, este tipo de sensaciones son habituales. Entonces un miedo atroz te agarrota los sentimientos y los convierte en simples y rutinarias palabras - “ ¿te acompaño hasta el hotel? “
– No hace falta-
-Ya se, pero no me importa, no tengo nada mejor que hacer los próximos años….-
Y la acompaño, mirando delicada esa sonrisa que se me escapa, que huye y se disipa, cuando casi sin volver la cabeza, en la recepción del hotel alza su mano para decirme adiós…. Un adiós dividido, un adiós singular por que en esos treinta y tantos años hay mucha belleza, muchas palabras, y muchas tardes que ocupar a su lado.
No las ocuparé, lo tengo claro, pero acabo de conocer a un ángel delicado, que me haría soñar con otra vida, que me daría la oportunidad de ser feliz, hasta que todo se vuelva a terminar. Pero no será. Ella ya no esta mas, y yo me quedo escuchando “Dice”, “From Grace” ( Tiene una amiga que se llama Grace, otra casualidad…. ) y el resto de ese disco que me lleva a su olor, a su cara, a aquella noche convertida hoy en un sueño discreto del que no quiero olvidarme.
Mikel, estoy empezando a sentir la necesidad de volver, de tomar ese café contigo, de ver las calles de Madrid. Estoy empezando a volver.
Un abrazo y cuídate amigo.